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Conoce el origen del caballo blanco canción de Jose Alfredo Jimenez

Conoce el origen del caballo blanco canción de Jose Alfredo Jimenez

El guanajuatense hizo una analogía de un equino que en realidad tenía motor y cuatro ruedas.

José Alfredo usó un auto modelo 1957, que nunca se han puesto de acuerdo si era un Chrysler o un Ford, en un viaje que salía de la capital jalisciense rumbo a Ensenada, Baja California, recorriendo los caminos del Pacífico noroeste con el fin de cubrir una gira en compañía de un grupo de músicos en las épocas en las que Jiménez apenas comenzaba a hacerse notar en el ámbito musical.

Respecto al modelo, hay otros quienes aseguran que en realidad se trataba de un Ford Mustang y, de ahí, viene el apodo de “el caballo”, haciendo referencia a la insignia del deportivo de la marca del óvalo.

Cuenta la historia que el modelo estadounidense ya había visto pasar sus mejores años, pues desde hacía tiempo el nacido en Dolores Hidalgo, Guanajuato, había tenido que recurrir a un sinfín de composturas por lo que la idea de llegar hasta Baja California resultaba descabellada. Él era su noble jinete.
Aun así, José Alfredo salió un domingo y tal y como reza la canción, a paso lento, llegó a Escuinapa, Sinaloa, puesto que el Mustang ya comenzaba a dar muestras de rezago.

La frase “cuentan que en Los Mochis ya se iba cayendo; que llevaba todo el hocico sangrando” hace referencia al sobrecalentamiento del radiador que hizo que el agua brotara a chorros.

 Famoso por comenzar sus canciones con frases inolvidables y certeras, José Alfredo Jiménez narró en El Caballo Blanco una a una todas las peripecias que su Ford le hizo pasar a él y a su grupo de músicos y cuando escuchamos que el corcel “cojeaba de la pata izquierda”, hace alusión a un desperfecto en la llanta izquierda que estuvo a punto de dejarlos varados en el Valle del Yaqui, ya habiéndose adentrado en el estado de Sonora.

Ya en los terrenos de Baja California, concretamente en Mexicali, el muscle car parecía que no daba para más y de ahí se extrae la frase “…Y por Mexicali sintió que moría”. Aun así el vehículo tuvo los arrestos para cruzar la intrincada Rumorosa para llegar a Tijuana, uno de los puntos culminantes de la travesía, para de ahí, ya encarrerados, no bajar los brazos hasta Ensenada, su destino final.

Así fue como José Alfredo, ese que no sabía cómo pagar que lo quisieran él y a todas sus canciones y si sus muchas canciones tocaron fibras sensibles de los mexicanos, El Caballo Blanco es una viva muestra del talento que él tenía para componer y para hacer de una simple travesía en auto, una canción inolvidable y legendaria.
Fuente: Revista urbanus